En la actualidad, el dinero es una invención mantenida por la mayoría de las personas que tienen miedo a admitir que, en realidad, no existe. La economía, en general, es un castillo de naipes que puede derribarse en cualquier momento a consecuencia de la deuda.
Con intención de aumentar artificialmente la liquidez, los responsables de las finanzas, es decir, los Bancos Centrales de Europa, de Estados Unidos y de China, han estado imprimiendo más dinero desde los años 70. Especialmente desde la crisis económica del 2008.
Como política monetaria, de manera generalizada, han comprado una gran cantidad de activos financieros para estimular la economía, haciendo más accesible el crédito y fomentando el endeudamiento.
El objetivo último era impulsar el gasto (que no la inversión) de los consumidores y las empresas, y hacer crecer la economía. Pero sin aportar valor mientras los números engañan.
Gasto
Etimología
La especulación financiera, es decir, la creación de capital ficticio ha sido la dinámica de moda durante años. Así la economía real de bienes y servicios en el mundo suma en torno a 111 billones de dólares. Sin embargo, el capital en derivados es de más de 200 billones de dólares.
Especulación
Etimología
Sacrificio
Etimología
En el pasado, se instauró el pensamiento erróneo de que una persona de éxito es la que consigue mucho dinero en poco tiempo. Y, paulatinamente, hemos ido dejando de observar y nos hemos alejado de la realidad. Temporalmente y de momento, son muchas personas las que toman decisiones que únicamente buscan la mayor rentabilidad posible. Sin tener en cuenta sus deseos reales.
Codicia
Etimología
Con esta actitud, las bolsas alcanzan valores máximos aunque no sea una imagen fiel de lo que valen sus acciones. Y los dividendos que ofrecen han dejado de satisfacer el deseo de sus futuros inversores porque, cuando las participaciones están sobrevaloradas, el PER ya no resulta atractivo por no ser capaz de generar un crecimiento de los beneficios por encima del 10%, que es lo mínimo que esperan a cambio.
Al no atender las expectativas de los inversionistas, en esas ansias de encontrar nuevas oportunidades ventajosas, los bonos basura o High Yield, se convierten en una opción. Haciendo caso omiso a las calificaciones crediticias que avisan de su alto riesgo de impago y a pesar de que las rentabilidades extras que ofrecen no sean suficientes para cualquier cerebro coherente. Para mentes con un objetivo claro y obsesivo, parecen la opción adecuada.
Riesgo
Etimología
Muchas personas decidiendo de la misma manera provocan que estas alternativas dejen de ofrecer una rentabilidad proporcional al riesgo extra asumido. Paradójicamente este tipo de acciones cumplen fielmente con el propósito de decisores altamente enfocados en su propósito. Su rentabilidad es ligeramente superior a lo que supone invertir en renta fija.
Hasta que, un día cualquiera, se muestra la fragilidad de un sistema que se generó a raíz de una alta liquidez promovida artificialmente. Fiel reflejo de la inestabilidad emocional que habita en cada uno de sus inversores.
Mientras se instauró la política de crecimiento constante, el nivel de endeudamiento ha alcanzado niveles nunca vistos. Sin embargo, necesitamos creer que pagaremos las deudas con ingresos a futuro. Algo que no va a pasar porque están altamente endeudados los países, las empresas y los consumidores. Acumulando más de trescientos billones de dólares. Muy por encima de lo que las economías son capaces de generar.
Deuda
Etimología
Deriva del verbo dehibere, que se compone del prefijo de- (que indica privación o alejamiento) y del verbo habere que significa "tener o poseer". Luego significa "dejar de tener".
Alrededor de 55 billones de euros corresponden a la deuda de los hogares entre hipotecas, tarjetas de crédito y préstamos. La deuda pública representa unos 85 billones de euros. Ha crecido de media en torno a un 5% en 2024. La deuda empresarial asciende a unos 153 billones de euros, que incluye unos 65 billones de euros que debe el sector financiero mundial. Y dos tercios de esta deuda pertenece a los países avanzados.
En vista a los números, pusimos de moda vivir por encima de nuestras posibilidades.
Si esas cifras se dividieran a partes iguales por cada individuo del planeta, cada uno debería unos 36 mil euros.
Deudas públicas que pagan intereses en lugar de bienestar
Interés
Etimología
Millones de personas viven en países que gastan más en intereses de deuda que en salud o en educación (61 países destinaron más del 10% de sus ingresos públicos al pago de intereses) lo que da muestras de la poca capacidad de generar bienestar que tiene en la actualidad el dinero público.
En la actualidad, más de 100 países en desarrollo tienen dificultades para atender sus compromisos financieros y, como consecuencia, están recortando el gasto en sanidad, educación o políticas verdes. Y, en países avanzados, para recuperar la confianza en el dinero, muchos presidentes han convertido en su prioridad la reducción de su abultado ratio deuda/PIB, viéndose obligados a reducir, en muchos casos, el estado de bienestar.

Múltiples países en riesgo de impago
Ya son nueve los países que se encuentran en situación de impago o que se les ha retirado la calificación crediticia favorable: Bielorrusia, El Salvador, Rusia, Surinam, Etiopía, Ghana, Líbano, Sri Lanka y Zambia.
En los últimos años, algunas economías avanzadas, como por ejemplo la estadounidense, han visto rebajada su calificación crediticia incrementando la prima de su deuda.
De hecho, en términos absolutos, EE.UU. es el país más endeudado del mundo. Justo el que parece el más rico a los ojos del mundo, tiene una deuda de unos 33 billones de euros, que equivale a unos 95.300 euros por cada estadounidense. Y Japón es su principal acreedor, seguido de China y Reino Unido. Luego si él deja de pagar, los demás estados irán en cadena.
Política
Etimología
La quita de deuda o la ley de segundas oportunidades como alternativas de solución.
Por un momento, imagina que tu papá se pone a imprimir dinero falso. Te entrega una parte a ti sin decirte que no es real para que te lo gastes en lo que quieras, pero con la condición de que se lo tienes que devolver en un plazo preestablecido. Es un préstamo. Con él, te compras tu primera moto. Pero, llegado el momento, ni tienes la moto ni puedes amortizar la deuda. Tu padre, que sabe que ese dinero no le ha costado ningún trabajo y que tenerlo en su poder era un problema, te tranquiliza y te asegura que a la próxima vez te saldrá mejor.
Cómo reducir el capital pendiente de devolución
Aunque esta historia te parezca una fantasía, es lo que está pasando actualmente. Una opción posible cuando los pagos te desbordan es declararte insolvente, que equivale a «Papá, no puedo devolverte el dinero.»
Como los adultos tendemos a complicar un poco las cosas, se inician unos protocolos y una burocracia con la que reducir el capital pendiente de devolución con una quita de deuda, o cancelar total o parcialmente las deudas cuando como acreedor no puedes afrontarlas. Todo gracias a la Ley de segundas oportunidades.
Con estas opciones, se paralizan los procesos judiciales y embargos. Y, temporalmente, el acceso al crédito está bloqueado porque estás en los listados de morosos. Pero, después, inicias una hoja en blanco. «La próxima vez te saldrá mejor».
Lo que es una solución para unos es una fuente de complicaciones para muchos
El inconveniente de estas soluciones es que esa deuda ha de ser reabsorvida por el emisor, – a veces una empresa, un banco o un Estado – viéndose obligado a reducir el activo de sus balances en ese importe y, con ello, su valor y su confiabilidad.
Para obtener solvencia, es fácil que tenga que emitir nuevos bonos. Si se mantienen dentro de su estructura normal de accionistas e inversores, no supondrá inestabilidad en el emisor. Pero si no es así, serán víctimas de la especulación y de la subida de los tipos de interés que tienen que pagar por su propia deuda por la falta de garantías.
En los gobiernos, implica, además, una subida de la inflación y de los impuestos, con lo que el poder adquisitivo de los ciudadanos se ve reducido. En muchas ocasiones, esta situación fomenta que las grandes fortunas migren hacia lugares más ventajosos y que la población se desplace hacia países que cuiden de las personas sin pagar un alto precio a cambio.
Al final, cuando empezamos a inyectar dinero y a endeudarnos, elegimos dejar de tener para aparentar tener. Hasta que la desconfianza se instaura, la ilusión desaparece y la burbuja estalla.