Después del periodo de prueba, sufrí acoso laboral
No fui bienvenida.
Cuando empezaba a trabajar, después de pasar el periodo de prueba, me cambiaron de compañeros. En ese nuevo puesto, con gente a la que no conocía, mi llegada no fue bienvenida. Mis colegas no me dirigían la palabra aunque tratara de resolver dudas laborales. Y no tenía la menor idea de por qué ocurría.
Según el diccionario, se estaban dando las 2 claves para que se considere mobbing:
- Tenían la intención de dañar.
- Y el carácter continuado, predeterminado y sistemático del comportamiento.
Desde fuera, estaba sufriendo un tipo de acoso laboral que llaman violencia psicológica:
- Gestos y comportamientos de desprecio.
- Con la intención de aislarme y obstaculizar mi actividad profesional.
¿Cómo me libré del acoso laboral?
Gracias a mi amor propio, estas actuaciones no generaron en mí un impacto.
Dejé de lado cualquier recomendación típica. No lo hablé con nadie y me dejé de guerras. En su lugar, apliqué a ese escenario mis ganas de jugar que me siguen a todos lados. Miré a mi alrededor y observé cómo podía disfrutar allí a pesar de mis circunstancias.
En el mismo lugar, había otros departamentos con personas que interactuaban de manera amable conmigo, y me enfoqué en ellas. Los clientes también me lo hacían más ameno. Nunca le di protagonismo a los comportamientos de mis compañeras de equipo. Y fueron pasando los días, creo que incluso varios meses. A pesar del detallito mencionado, me lo pasaba bien.
Un día cualquiera el acoso laboral se disolvió.
Una mañana cualquiera, una de esas personas se acercó a mí, me miró a los ojos y me preguntó: «¿Debes de pensar que soy una bruja?» La verdad es que no lo creía. Así que lo negué. Lo que sí opinaba entonces y lo sigo haciendo ahora, más de veinte años después, es que los miedos no reconocidos te hacen inseguro y poco empoderado. Aunque se trate de fingir lo contrario.

La vida no es para temerla.
Es para vivirla.
No admitas ningún comentario negativo de quien
no tomarías un consejo.
Me contó que otra persona del equipo les había hablado de mí antes de que llegara y que eso provocó que se hiciera una idea anticipada y equivocada de mí. Unido a que me pusieron en el puesto que ella quería teniendo menos experiencia, al final, fue una bomba de malestar que enfocó en mí sin ninguna justificación real.
La verdad es que su enfadó nunca logró influirme. Durante la jornada laboral, las miraba de vez en cuando y sabía que pasaba algo que no terminaba de entender pero no me sentí aludida ni participé en su peliculón. Tampoco las juzgué. Ellas se lo comieron y se lo guisaron solas. En sus cabezas. Si algo tenia claro era que mi valor no dependía de sus opiniones.
Tu valor no depende de opiniones externas.
Después de esa conversación, todo volvió a la normalidad en la apariencia. Mi equipo ya me hablaba. Sin embargo, con el tiempo, se volvió a producir una dinámica similar. Me volvieron a dar antes un puesto que otras personas anhelaban y volvió el conflicto.
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Logrando el éxito sin luchar.
Lo curioso es que nunca he batalleado ni competido con nadie para conseguir nada. Mi prioridad siempre ha sido tratar de ser coherente conmigo y pasármelo bien. Pero esa forma de actuar incrementa el poderío que viene de dentro y brillas sin más. Genera un liderazgo natural.
Con el tiempo, dejé esa empresa por razones que no tienen nada que ver con esto. Hace unas semanas, necesité de sus servicios y coincidimos. De todos los sitios que hay (y hay muchos), la que se consideraba una bruja mala estaba sentada justo en el último puesto que ocupé y me hizo gracia. Después llegué a varias conclusiones que te pueden ser útiles.
Reflexiones valiosas sobre el bienestar emocional
Sobre ella, pensé que necesitó que me fuera para conseguir lo que creía querer pero no la convirtió en una líder porque, para eso, se ha de saber permitir el poderío de los demás y ella lo ve como una amenaza.
Sobre la empresa, concluí que se ha tenido que conformar con lo que queda y no con lo que le hubiera gustado tener porque muchos empleados con talento se fueron. Y, mientras, quienes componen el equipo siguen sin estar verdaderamente empoderados, porque sutilmente se premia la mediocridad y que los dones se queden infrautilizados.
Si tienes una empresa o personas a tu cargo, no cometas estos errores. Pon a punto a tu equipo. Fomenta el bienestar emocional de tus trabajadores para que te salgan las cuentas.