En algún momento de la semana, quizás en más de uno, se nos pasa por la cabeza el pensamiento de «No tengo ganas de trabajar». Dado los índices de absentismo laboral publicados por Adecco Institute, que muestran que las ausencias al trabajo no dejan de crecer, incluso superando las cifras de la pandemia, puede que, para muchos, sea más que un pensamiento. Y, aunque tradicionalmente se consideraba que los andaluces eran los menos productivos, no son ellos los que aparecen en la cima de este ranking. Para nuestra sorpresa, es el País Vasco. 

ganas de trabajar de Adrix Anrelo

¿La salud de los trabajadores ha empeorado?

El absentismo: Un problema estructural

La enfermedad común y la salud mental son las razones principales de las ausencias de los trabajadores. Si se añaden las largas listas de espera en el sistema sanitario público, las ineficiencias burocráticas en los procesos de incapacidad temporal y el mal uso de estas prestaciones, el problema del absentismo se ha vuelto estructural

En la actualidad, sólo las empresas con un clima laboral saludable superarán el reto de gestionar exitosamente el futuro.  

Compañero

Etimología
Viene del latín compuesto por el verbo comedere que significa "comer" y el nombre panis que significa "pan".
Luego significa "comer del mismo pan".
dejarse la piel en el trabajo

Ya no toca dejarse la piel en el trabajo

Parece un delito que estemos dejando de tener ganas de trabajar pero, si aludimos a la etimología de la palabra, quizás tenga más sentido de lo que parece.

Trabajar

Etimología
Deriva de la palabra latina "tripalium".
El tripalium era un yugo con tres maderos donde amarraban a los esclavos para azotarlos.

Por aquella época, la mayoría de la gente hacía labores de campo con mucho esfuerzo físico lo que les generaba una experiencia similar a la de haber sido apaleados. Por eso, se empezó a asociar la palabra trabajar a cualquier actividad que causara dolor en el cuerpo. Históricamente, trabajar estaba asociado a sufrir, a ser castigado y a sentir malestar.  

Quizás, por eso, reneguemos de seguir trabajando. Ya no son necesarias gotas de sudor y lágrimas para ser merecedores de un sueldo digno. Ese tipo de tareas son para las máquinas.

Currar

Etimología
Tiene un origen sánscrito kṛnoti, que significa "hacer".

Sin darnos cuenta, trabajo implica un cierto grado de sacrificio que habíamos normalizado

Perdernos momentos especiales con nuestros hijos. No tener descendencia para poder tener una carrera profesional próspera.  Repetidas y agotadoras jornadas de trabajo o escenarios estresantes con marrones día sí y al otro también. Soportar a un jefe sin inteligencia emocional y con dificultades para comunicar. Tener a tu cargo un equipo de trabajo sin autonomía ni capacidad de decisión de manera eficiente… Sin ganas de trabajar.

Ahora, el dolor que sentimos tiene más que ver con un dolor en el alma. Una angustia y una tristeza mantenidas en el tiempo a consecuencia de no respetarnos que nos llevan igualmente al cansancio y a la falta de motivación. En el medio plazo, esa falta de coherencia continuada en nuestra manera de actuar nos hace somatizar. 

¡Al tajo!

Hubo una época en la que trabajar por objetivos era la tónica. Independientemente del lugar o de la actividad - en el campo, talando, sembrando o cosechando; o picando en una mina - la jornada laboral no la determinaba un reloj sino un tajo. Cuando se llegaba a un punto determinado en el terreno, se acababa el día de trabajo.

Sacrificio

Etimología
Deriva del término latín "sacrumfacere" que significa “darle una dimensión sagrada a algo”

En algún punto del camino del pasado nos despistamos porque sacrificio no significa en origen lo que creemos. Y, quizás, ya es hora de que el futuro laboral tenga que ver con recolocar este concepto y empezar a «hacer sagrado» lo que aportamos con nuestros talentos. 

Seguramente también implique cambiar el vocablo trabajar por otro que esté más asociado a hacer disfrutando para que así sí tengamos ganas. Es probable que sea el momento de reconciliarnos de una vez con nuestra naturaleza y jugar en lugar de ser tan serios. 

Últimamente, nos hemos volcado en construir dando bombo a nuestro hemisferio izquierdo y hemos abandonado nuestro lado explorador que se atreve a no seguir un plan

Como mecanismo habitual, estamos buscando fórmulas para adaptarnos al mercado laboral en lugar de mostrarnos reales y aportar nuestros talento para favorecer el mundo en el que creemos. Así recuperaríamos la ilusión y las ganas de trabajar.

Arrimando el hombro

En los viejos tiempos, cuando tocaba sembrar o cosechar, los jornaleros se ponían en fila y se ayudaban los unos a los otros. Como iban medio encorvados, siguiendo los surcos, unos juntos a los otros, era inevitable que los hombros se tocaran. Eso era literalmente trabajar codo con codo y hacía doler todo el cuerpo.

Economía para Bruj@s
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