¿De qué depende la salud mental?
Es probable que mi interés permanente por la salud mental naciera gracias a las experiencias que viví en mi infancia. Cuando aún no era adolescente, mi padre fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide y es natural que me despertara un montón de preguntas. Dicho esto, te voy a contar algún detalle de cómo funciona la mente para que comprendas de qué depende nuestro bienestar emocional.
1.- La mente y sus motivaciones
En la mente, está lo que sabemos y lo que no conocemos de nosotros mismos porque nos empeñamos en:
- Tener la razón.
- Buscar la aprobación.
- Evitar el dolor.
- Y tratar de tener el control.
Estas cuatro motivaciones intrínsecas son fundamentales y el punto de partida inconsciente de la mayoría de nosotros. Con ellas, como comandante de nuestra vida, es fácil terminar tomando malas decisiones.
2.- La mente y sus mecanismos de protección.
Pensamos en el pasado y puede que nos arrepintamos de determinados actos. Y miramos al futuro hacia nuevos proyectos, y aparecen los miedos (no siempre conscientes) a lo desconocido o a repetir lo vivido. Con esta visión y teniendo en cuenta lo explicado antes sobre lo que nos motiva, tomamos una o varias de estas tres alternativas de decisión:
- Evito ser consciente de lo que está pasando.
- Busco o me invento preocupaciones alternativas.
- Responsabilizo a otras personas de mis problemas.
Estos tres comportamientos se activan instantáneamente como mecanismos de defensa para evitar sentir la incertidumbre y el dolor, pero nos alejan de tomar decisiones acertadas y enfocadas a conseguir lo que deseamos.
Un trabajador sin salud mental es una fuente de desequilibrios y complicaciones innecesarias.
Un ejemplo práctico
Pongamos un ejemplo. Estás casado y tienes dos descendientes. Estás siempre viajando por trabajo y no tienes mucho tiempo para estar en familia. Tus hijos crecen sin ti y son grandes desconocidos. Y tu matrimonio, poco a poco, se va disolviendo. El proyecto de familia que te hubiera gustado formar no tiene mucho que ver con lo que tienes. Sin embargo, si te preguntan qué tal, aseguras que todo va bien pero que estás muy estresado.
Te creas una coraza para evitar el dolor y tienes largas jornadas laborales para no buscar soluciones, pero eso no hace que seas más productivo sino que, en ese mundo, te sientes más seguro.

En la apariencia, tenemos una mente analítica que trata de racionalizarlo todo. Pero se nos olvida que es tremendamente reactiva y que tiene en el inconsciente numerosos engramas que se activan al mínimo imput, actuando con intenciones contrarias a lo que nos gustaría y cayendo rápidamente en los excesos.
Efectos de la falta de salud mental
Cuando las personas activan sus mecanismos de protección, inutilizan poco a poco su sensibilidad, su intuición y su capacidad creativa. A base de tomar malas decisiones o eludir actuar, van acumulando frustración y tristeza que nubla su juicio y dificulta su rapidez mental. Sin darse cuenta, se convierten en creadores de problemas alternativos que poder solucionar para estar ocupados en lugar de poner el foco en lo que les repercutiría un verdadero bienestar emocional.
Dedicamos tiempo a aprender herramientas de trabajo pero no el suficiente a observar:
Con frecuencia, somos víctimas de una percepción distorsionada y subjetiva de la realidad. Nos apoyamos en los recuerdos para formar nuestra identidad. O tenemos en cuenta lo aparentemente olvidado para resolver situaciones.
Por todo ello, es una actitud práctica e inteligente revisar lo que tenemos guardado en nuestro interior para que sean datos útiles y que supongan un recurso fiable para la toma de decisiones futuras.
Al final, un trabajador sin salud mental es una fuente de desequilibrios y complicaciones innecesarias. Definitivamente son más eficaces las personas felices y curiosas que los adictos al trabajo. Por eso, compensa invertir en lo que no se ve.
