Un gran profesional: Un eterno aprendiz

Cuando somos bebés, aprendemos sin más. Todo es por primera vez y no nos asusta. Si nos levantamos y tratamos de dar un primer paso y nos caemos, puede que lloremos, pero, al rato, probamos de nuevo. No pedimos permiso para intentarlo ni esperamos a que alguien nos dé la aprobación. Tampoco preguntamos cómo se dice el primer «papá» o «mamá». Simplemente lo hacemos.  A nuestra manera.

Según crecemos, aumenta el miedo al error, al fracaso y al rechazo, conceptos con los que no llegamos a este mundo. A cada instante, consultamos cómo se hace según lo que nos asesoran otros en lugar de buscar la forma siguiendo la curiosidad que nos es natural. De mayores, tratamos, por todos los medios, de no dar pasos en falso en vez de explorar. 

Está demostrado que, las personas que se consideran expertas en algo y son reconocidas por ello, su identidad está condicionada por lo que los demás esperan de ellas. En estos casos, lo habitual es que no admitan sus errores aunque los cometan. Esta forma de actuar daña su bienestar emocional y les convierte poco a poco en no profesionales. De ahí que para ser competente en una materia se requiera estar seguro de tu valor independientemente de tus equivocaciones.

Eligiendo seguir la curiosidad en lugar de ir detrás de un título

Tradicionalmente, era necesario un título académico que certificara que eras profesional pero, en estos momentos, en el que todo cambia muy rápido, las formaciones oficiales no se actualizan con la misma velocidad como es necesario. Por eso, para ser profesional, algo te ha de gustar mucho y has de querer saber siempre un poquito más

Pruebas una vez y repites aunque no te salga bien a la primera. Ya no te sirven sólo las explicaciones de otras personas. Tu lado científico te pide comprobar por ti mismo si es cierto. Estás abierto a probar lo que nadie o muy poca gente ha hecho antes para evolucionar. Tu espíritu aventurero está muy despierto.  

Esta forma de actuar implica amor propio

Cuando la NASA se aventuró a enviar astronautas al espacio, se encontraron con un pequeño problemita: ¡los bolígrafos no funcionaban en gravedad cero! La tinta no bajaba. Entonces, ¿qué hicieron? Se pusieron manos a la obra y, tras seis años de trabajo y 12 millones de dólares, crearon un bolígrafo increíble que podía escribir en cualquier situación. ¡incluso bajo el agua y con temperaturas extremas, desde el frío polar hasta el calor abrasador!

Sin embargo, ¿qué hicieron los rusos con este mismo dilema? ¡Sencillo! Optaron por un lápiz. ¡Así de fácil y rápido!

La ingeniosidad de un corazón curioso

Educación

Etimología
Deriva de la palabra latina educo, que significa "sacar, extraer, adquirir de dentro".

Eres profesional cuando estás en lo que te es natural

Cuando te reconectas con tu poderío, no puedes ser profesional de cualquier cosa. La repetición y la constancia no son suficientes. Si no quieres terminar siendo un fraude, que triunfa a base de la apariencia o sin ser coherente con uno, es determinante estar en lo que te es natural.  Así eres un ó una crack.

Desenvolverse en una tarea nueva no supone mucho tiempo. La curva de aprendizaje favorece al inexperto. Pero dominar algo requiere de muchas horas para lograrlo y para dedicárselo conviene que te guste. 

La humildad como compañera del profesional

Para ser profesional, se ha de ser permeable a los cambios y a la nueva información. Se requiere estar dispuesto a aprender constantemente y, para ello, se necesita reconocer que puede que no se sepa a pesar de tener años de experiencia, una amplia trayectoria o mucha reputación en un ámbito. Para actualizar la información de la que dispones, necesariamente tienes que hacerte nuevas preguntas y has de tener falta de respuestas.  Tu espíritu revolucionario ha de poner a prueba continuamente lo que crees saber.

Aprender te conecta con la sensación de desconocimiento de respuestas y de vulnerabilidad por no saberlas. La cualidad que permite estas actitudes es la humildad.

Humildad

Etimología
Proviene del latín humilitas, formado por el vocablo humus, que se traduce como "Tierra"; y el sufijo -itas que significa "cualidades del ser". Luego podría traducirse como "estar a la altura de la Tierra."

Errores frecuentes de un profesional

Olvido de lo esencial

Cuando te vuelves un experto, lo que aprendiste al principio, que era sencillo y general,  se vuelve aburrido. Te resulta más motivador las excepciones a las reglas, lo que es diferente o infrecuente. Así es fácil dejar de prestar atención a lo más útil e importante, y puedes ponerte en escenarios en los que pareces ignorante por dar respuestas equivocadas o por poner soluciones complejas a problemas simples. A veces se nos olvida el Principio de Pareto: el 80% de los efectos o resultados son causados por el 20% de las causas o factores Luego no podemos dejar de lado lo esencial de lo que aprendimos.  Al final, estar ocupado no es lo mismo que ser productivo.

Una empresa japonesa recibió una queja de un cliente que compró una caja de jabón, ¡y sorpresa! Estaba vacía. Rápidamente, el equipo se puso a investigar y descubrieron que el problema venía de la cadena de montaje, donde, por alguna extraña razón, una caja se había escapado sin su contenido. 

Los directivos decidieron que era hora de actuar y pidieron a sus ingenieros que encontraran una solución efectiva. Después de mucho esfuerzo, los ingenieros propusieron instalar una máquina de rayos X con monitores de alta resolución, operada por dos personas, justo frente a la línea de producción. La idea era asegurarse de que ninguna caja vacía se colara. Aunque invirtieron una buena cantidad de dinero en esta solución, no funcionó como esperaban. 

Por otra parte, un empleado observador tuvo una idea brillante: en lugar de complicarse, simplemente llevó un ventilador industrial y lo apuntó hacia la cadena de montaje. Al encenderlo, las cajas vacías volaban fuera de la línea de producción mientras pasaban. ¡Una solución ingeniosa y muy simple!

La efectividad de un corazón despierto

La vanidad de no escuchar al ignorante

Cuando sabes mucho sobre un tema, corres el riesgo de no prestar atención a las opiniones, a los límites, a las preocupaciones o los puntos de vista de los novatos.  Te crees el director de la orquesta pero, sin atender todas las notas musicales, es fácil que el concierto termine siendo un desastre.  Aunque sea tu mundo, todos cambian y, en algunos momentos, es habitual dejar de tener claridad. Luego no olvides que, para tener voz, se ha de escuchar.

Es un error pensar que la productividad tiene que ver con el conocimiento, el esfuerzo o la intensidad de trabajo. Puedes haber perdido perfectamente el foco y que doce horas de trabajo no generen ningún resultado.

Tenía un amigo empresario que acostumbraba a pedir consejo a su hija de 4 años. Él se lo explicaba en su lenguaje y ella le daba salidas brillantes que le sacaban de muchos atolladeros. 

Cobrar por tomar las decisiones

De acuerdo a la experiencia y a los conocimientos, se presupone que el profesional  tiene numerosas respuestas que favorecen la seguridad de otras personas que no las tienen. Las dudas o el desconocimiento de otros generan que el profesional tenga mayor potestad gracias a su saber. Además, en ocasiones, el cliente da por hecho que el profesional dispone de información que puede prever el futuro. Lo que le tranquiliza. Todo esto, sumado a la posibilidad de entregar garantías de éxito, genera que deje de darle vueltas y que esté dispuesto a pagar. 

Finalmente, toma acción después de que otro decida por él. Pero, en el largo plazo, este tipo de relaciones comerciales puede deteriorarse porque nadie tiene una bola de cristal en un mundo cambiante. Por muy experto que sea. 

Economía para Bruj@s
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